viernes, 16 de noviembre de 2007


Una costumbre instalada en los jóvenes: bebidas energizantes y alcohol: un cóctel mortal


Cada día son más los adolescentes que consumen ésta mezcla. Especialistas y médicos afirman que la salud está en juego. El congreso busca regular el lugar en donde se venden.

Hace seis años llegaron a la Argentina las denominadas "bebidas energizantes". Al principio, se las promocionaba como suplementos dietarios, pero su uso original se desvirtuó y pasó a ser un componente central en la mayoría de los tragos combinados con alcohol. Especialistas afirman que el abuso de ésta combinación puede poner en riesgo la salud de los consumidores.
El consumo excesivo de energizantes puede generar acidez, insomnio, convulsiones, y arritmia. En combinación con bebidas alcohólicas el riesgo es mayor. “Si se combinan estos supuestos suplementos dietarios en tragos, hace que los efectos depresores del alcohol sean escondidos o disminuidos por los componentes estimulantes. Así se retrasa la llegada del estado de ebriedad y, como consecuencia, se consume más”, afirma la doctora María Susana Giribert. Para combatir esta problemática, la Diputada del partido Afirmación para una República Igualitaria (ARI), María Fabiana Ríos, presentó un proyecto de ley el 21 de Junio de 2006 -que está estancado- en el que pretende prohibir la promoción y el expendio de este tipo de bebidas en lugares donde los consumidores puedan combinarlos con alcohol. “En primer lugar me parece que debe quedar claro que no hay una necesidad de consumo. La idea del proyecto es que las empresas reconozcan que no es un suplemento dietario, porque nadie necesita cafeína en la dieta”, explica la diputada de Tierra del Fuego. Además del proyecto de Ríos, hay muchos más que tienen que ver con la prohibición de las bebidas energizantes pero hasta ahora nunca llegan a ser ley.
Según la doctora Giribet, cada lata de estos energizantes equivale a diez tazas de café. La sobredosis de cafeína, sumada a los efectos del alcohol, crea excitación excesiva, desorientación, delirios y hasta convulsiones, lo que puede llevar a la muerte de un gran número de neuronas por episodio. “Las neuronas que mueren no vuelven a nacer”, explica. “El cóctel también sobre exige al corazón y bloquea los mecanismos que el cuerpo posee para adaptarse a éstos esfuerzos inusuales”, asegura Giribet.
La ex Diputada María Lucía Osorio, comentó que lo que se está tratando de lograr es que las bebidas energizantes se vendan en las farmacias y no en lugares de recreación como boliches bailables. Juan Bolivar Acuña Kunz, diputado de la Unión Cívica Radical (UCR), concuerda con ésta postura y agrega que el hábito de consumir estos tragos es la entrada, de alguna manera, al circuito vicioso de las drogas.
Por otro lado, Ríos difiere: “ Los energizantes no son un medicamento, porque no sirven para tratar ni prevenir ningún tipo de enfermedad. Por lo tanto, venderlas en farmacias sería darles carácter medicinal”.
La polémica en el recinto gira en torno a estas posturas: mientras que algunos quieren prohibir estas sustancias, otros quieren restringir su venta. A su vez, esto genera otra discusión: según el lugar donde se puedan vender, diferente va a ser el significado que la sociedad les otorgue.
Mientras que en el Congreso se debaten estas posturas, Osorio afirma que el año pasado, en la Provincia de Santa Fé, un chico murió por haber tomado tres latas y asegura que “por esa razón hay que buscar una solución inmediata”.
El primer tipo de estas bebidas que llegó al país fue de origen austriaco. Empezaron a comercializarse en 2001 y, seis años después, hay 10 marcas nacionales registradas en el Instituto Nacional de Alimentos. El ente las encuadra como suplementos dietarios. Cuestan más de tres pesos en kioscos y unos 12 pesos en boliches. Están fabricadas a base de carbohidratos y minerales. Hay aproximadamente 35 miligramos de cafeína por cada 100 mililitros de energizante. Las empresas nacionales pasaron de vender 20 mil unidades por mes en 2005 a 300 mil en 2006.

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